En la oscuridad de la noche, Cuezali aparece como una esfera llameante que surca el cielo, descendiente de una larga línea de brujas ancestrales. Bajo su forma de Bola de Fuego, cruza cerros y tejados, acechando a los desprevenidos. Su verdadera apariencia, un ave negra con ojos rojos y lengua desmesuradamente larga, la convierte en una amenaza tanto por su poder como por su astucia. Aunque parezca un simple meteoro, en realidad trabaja para el Diablo, es encargada de recolectar almas y desviar a los incautos.
Los ancianos aconsejan colocar espejos, crucifijos y varas de ocote en las casas para repelerla. Si alguien logra atraparla en su forma de bola de fuego, Cuezali volverá a su figura humana, vulnerable ante quienes buscan destruirla. Pero pocos son quienes se atreven a enfrentarla, pues, dicen, solo aquellos que ignoran el miedo pueden sobrevivir al fulgor de la bruja.
Aparición en Durango